Dan Belliveau trabajaba como ingeniero de Starbucks cuando la compañía le envío a visitar una de sus plantaciones de café. Una vez en el terreno, Belliveau descubrió que el preciado grano que utilizaban para hacer sus bebidas salía del interior de un fruto, conocido como cereza del café. Para su sorpresa, la bola rosada que guardaba la cosecha era rechazado y acababa cubriendo el suelo del terreno.
Hoy, el ingeniero es el director general de The Coffee Cherry Co., una empresa especializada en la revalorización de esta cereza del café. El proceso es sencillo. Sin su tratamiento inmediato, el fruto fermenta y se vuelve peligroso para el consumo humano. Por eso, la compañía compra toneladas de la pieza despreciada por los agricultores para secarla, molerla y vender el producto, que ha encontrado una vía de comercialización en sectores como la pastelería o las bebidas, por ejemplo, gracias a sus propiedades antioxidantes, la alta presencia de hierro y potasio, su bajo contenido en grasas y la aportación de fibra.
La contribución de The Coffee Cherry a la valorización de alimentos es evidente: la industria del café genera cada año unos 20.400 quilos de cereza del café que, hasta ahora, acababan desperdiciados.