En 2016, Eroski lanzó su programa Desperdicio Cero, con el que se proponía evitar el desperdicio alimentario generado por su actividad. Un proyecto basado en tres ejes de actuación: prevención, redistribución y transversalidad en la cadena.
El eje de la prevención parte de la eficiencia económica: se produce con el objetivo de que no sobre producto. Esto supone un trabajo de la cooperativa para alinear sus principios de producción con los proveedores, establecer canales de diálogo y acción con los distintos actores de la cadena de fabricación y distribución, el diseño de sistemas inteligentes de pedidos, la optimización de la flota logística, la mejora de los envases utilizados para alargar la vida útil de los productos y reducir las cantidades de algunas de sus referencias para adaptarlas a los hábitos de consumo actuales, entre otras muchas acciones.
El principio de distribución se apoya en la implicación social para encontrar salidas solidarias al excedente. Ningún producto alimentario apto para el consumo humano se despilfarra, sino que tiene un canal de aprovechamiento en comedores y ONG. Esta acción vuelve a sustentarse en la colaboración con otros actores. En concreto, Eroski tiene convenios con más de 100 organizaciones sociales de toda España y cuenta con centenares de personas implicadas en el proyecto.
Por último, el trabajo por la concienciación social de los consumidores es la base del último eje. A través de la revista Eroski Consumer y de decenas de publicaciones online, Eroski promueve todo tipo de hábitos y estrategias contra el desperdicio alimentario. Del mismo modo, las campañas en punto de venta funcionan como punto de contacte y oportunidad de concienciación en el mismo punto de venta.
¿Qué ha conseguido el programa Desperdicio Cero de Eroski?
Los resultados logrados son remarcables. En 2018, Eroski y sus clientes donaron más de 6.450 toneladas de alimentos destinados a los colectivos más desfavorecidos.