Reducir el desperdicio de alimentos es el objetivo primordial del movimiento “Ugly Food”, iniciado en Estados Unidos, una tendencia que cada vez gana más fuerza en Europa y que consiste dar valor y poner en el mercado aquellos alimentos ‘feos’ o que no cumplen con los cánones estéticos que rigen la compra de los consumidores.
Muchas personas descartan este tipo de alimentos de forma casi instintiva, sin darnos cuenta, pero lo más habitual es seleccionar aquellos alimentos que desde un primer momento entran ‘mejor’ por los ojos. Las personas solemos decantarnos por comprar productos que en forma o color, presentan un buen aspecto en detrimento de aquellos otros que tienen marcas, golpes o formas diferentes y que no representan la ‘perfección’.
Aunque en España el movimiento de la ‘comida fea’ no haya despegado todavía, sí que en Europa —en particular en Alemania, Francia y Reino Unido—, han nacido varias iniciativas relacionadas con esta corriente para sensibilizar al consumidor. Desde la cooperativa portuguesa Frutafeia, que opera desde finales de 2013 para salvar toneladas de frutas y hortalizas que no respetan la estética “común”, hasta la campaña Inglorious fruit and vegetables lanzada por los supermercados franceses Intermarché, que ofrecen productos “imperfectos” con un 30% de descuento. En Alemania, Culinary Misfits, cuyo eslogan es Come toda la cosecha, recupera y revende los productos que no serían aprovechados por presentar características “anómalas”, mientras Ugly Fruits anima a los consumidores a incluir en su dieta los vegetales con formas no convencionales pero igual de saludables. Hasta uno de los cocineros más mediáticos de Reino Unido, Jamie Oliver, se ha sumado a la campaña a favor de los “vegetales torcidos”.
En definitiva, recuperar esos ‘alimentos feos’ es el principal objetivo del movimiento «Ugly Food» para contribuir a reducir su desperdicio. Aunque se suele englobar a la comida en general, las frutas y las hortalizas son las más afectadas en todo el proceso de desperdicio de alimentos desde que se recogen en los campos de cultivo hasta que llegan al consumidor final. Lo que se pretende con iniciativas como estas es dejar de desperdiciar aquellos alimentos que en apariencia no son perfectos y se descartan para la comercialización.